El chaqueño Grillo debió esperar casi ocho años para volver a consagrarse en un PGA de Golf


Oriundo de Resistencia, Emiliano Grillo alcanzó su segunda corona en el mundo del golf el domingo pasado, a sus 30 años y a 2.779 días de su anterior torneo ganado. Una historia de sacrificios, noches sin dormir y esfuerzo tiñeron los casi ocho años de espera para alcanzar el primer puesto. Cuando Emiliano Grillo ganó […]

Oriundo de Resistencia, Emiliano Grillo alcanzó su segunda corona en el mundo del golf el domingo pasado, a sus 30 años y a 2.779 días de su anterior torneo ganado. Una historia de sacrificios, noches sin dormir y esfuerzo tiñeron los casi ocho años de espera para alcanzar el primer puesto.

Cuando Emiliano Grillo ganó su primer título en el PGA Tour, en 2015, en el primer torneo que disputó como miembro del circuito más importante del golf mundial, se alegró de que ese festejo hubiera llegado tan temprano en su carrera. “Cuanto más rápido, mejor”, dijo en una entrevista con Clarín poco después. En ese momento, seguramente no se imaginaba que su segunda corona en este nivel se haría desear demasiado. 

El chaqueño tuvo que esperar 2.779 días para volver a gritar campeón, lo hizo el domingo pasado, cuando se coronó en el Charles Schwab Challenge, en Fort Worth. Siete años y siete meses en los que tuvo que aprender a convivir con las derrotas, pero también encontró la manera de vivir y disfrutar del golf de otro modo.

El Emiliano de 23 años que levantó el trofeo en octubre de 2015 en Napa, California, no fue el mismo que se consagró hace unos días en el campo de Texas, luego de un dramático final, con un insólito doble bogey en el último hoyo y una apretada victoria en desempate contra el estadounidense Adam Schenk. Entre aquel y este triunfo, Grillo creció y maduró como jugador y como persona; comprendió que la ansiedad por ganar no lo llevaba a ningún lado.

“Dicen que el segundo es más difícil de conseguir que el primero. Y definitivamente lo fue. Lo más duro fue la espera. Yo sabía que iba a volver a ganar, no tenía dudas, lo que pasa es que transcurren los años y no llega, y uno empieza a preguntarse qué ocurre”, reconoció, aunque destacó que “fue duro, pero valió la pena. Vale el trabajo muy difícil todo el año, las noches sin dormir que se hacen un poco largas. Vale todo el esfuerzo”.

Grillo nació en Resistencia en 1992, se fue becado a la Academia de David Leadbetter en Estados Unidos, tuvo un paso por el Tour Europeo, ganó un diploma olímpico en Río de Janeiro 2016 y está radicado en San Diego desde hace años- había tenido temporadas de muchos altibajos desde su debut en el PGA. Alternaba buenas actuaciones en torneos en los que llegaba al último día -y a los últimos hoyos- peleando el título con otros en los que no superaba el corte o quedaba muy lejos de los primeros lugares, que eran los más frecuentes. 

Pero en la presente temporada parece haber encontrado una buena regularidad: lleva disputados 20 torneos y en cinco terminó en el top 10, fue quinto en el Sanderson Farms Championship (Mississippi) y cuarto en el ZOZO Championship (se juega en Japón) en octubre; séptimo en el RBC Heritage (Carolina del Sur) y quinto en el Mexico Open en abril; y gritó campeón en Fort Worth. Y solo se quedó afuera tras las dos primeras dos rondas en cinco eventos. Con el título que sumó el domingo escaló del 80° al 42° lugar del ranking mundial y quedó en el 18° lugar en la Copa FedEx, la clasificación anual del circuito estadounidense que determina quiénes jugarán a fin de año el Tour Championship, al que llegan los mejores 30 de la temporada. Y que, además, les asegura a los 125 primeros de la fase regular membresía completa para el circuito.

Tras siete años y siete meses buscando su segunda corona, Grillo finalmente la consiguió. Más maduro, más centrado, más consciente de lo que cuesta cada victoria y con prioridades diferentes, el chaqueño gritó campeón otra vez en el PGA Tour y vuelve a soñar en grande. “Este título es todo para mí. Hace que todo el esfuerzo valga la pena”, aseguró.

La intimidad a la coronación

Más allá de la alegría de ganar, la victoria en el PGA también fue una demostración de crecimiento para el golfista chaqueño, ya que revivió una situación muy particular que lo puso de frente a los nuevos modos de vivir el deporte. En finales del 2015, Grillo contó en Clarín que, meses antes de conseguir su primer título, había estado cerca de ganar el Abierto de Puerto Rico, en el que tuvo la victoria en un putt de menos de medio metro, pero lo erró. “No pude dormir durante una semana por las pesadillas que tuve por lo que pasó en ese torneo. Fue una de las experiencias más dolorosas de mi vida. Fue la primera gran chance y no la aproveché”, relató en ese momento. 

Sin embargo, el domingo en el Colonial Country Club (en el que había ganado Roberto De Vicenzo en 1957) vivió una situación parecida con ese doble bogey en el hoyo 18: “Hice un doble en el 18 y honestamente no me importaba, aunque obviamente quería ganar y cerrarlo en el 72”, contó. 

Mientras esperaba que sus rivales completaran el recorrido para saber qué pasaba con la definición, se distrajo pegando unos swings con dos nenes que estaban viendo la ronda final, cerca del primer tee del campo: “Fue una manera de sacar la cabeza de la situación. Básicamente había entregado el torneo, y ya no estaba en mis manos. José Cóceres hizo lo mismo conmigo cuando tenía 7 u 8 años y fue la mejor experiencia de mi vida. Me marcó. Espero que estos chicos lo recuerden también”, contó. Luego volvió a meter la cabeza en el torneo y terminó festejando., y tras ganar el desempate, invitó a los dos chicos con los que había golpeado algunas pelotas al vestuario, les regaló una gorra a cada uno y les firmó un par de autógrafos.

La paternidad, un punto de quiebre

Ese momento tan divertido y curioso entre Grillo y sus pequeños fanáticos tal vez no habría ocurrido antes de la llegada de André, su hijo de poco más de 1 año, quien el domingo lo acompañó durante la rueda de prensa post victoria con una camiseta de River, el club de sus amores.

Grillo junto a su hijo André, luego de la coronación.

“En el momento que lo escuché llorar por primera vez, mi vida dejó de importar”, había comentado en su cuenta personal luego de convertirse en padre. El domingo ratificó sus dichos, cuando aseguró que “con mi mujer Alexia tuvimos nuestro primer hijo y cambió toda mi perspectiva”. “Creo que hoy estoy mucho más maduro y tengo cosas más allá del golf que me importan más. Quizás por eso terminó llegando este trofeo”, aseguró.

Fuente: Clarín








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