La debilidad de Cristina


unque vive reprochándose la designación de Alberto como máximo error, Cristina insiste en elegir nombres

Unque vive reprochándose la designación de Alberto como máximo error, Cristina insiste en elegir nombres para su elenco soñado. Una debilidad esa repetición de pifias políticas que, aparte del Presidente, incluye fracasos varios (Zannini acompañando a Scioli, Cobos a su propia vera, Boudou en la Casa de la Moneda, Guzmán como alumno de su endiosado Stiglitz). 

Pero insiste en ese derrotero fútil sin contemplar un dicho popular, por más que su padre fue colectivero y su madre barra de Gimnasia: “Es más fácil frenar a un vivo que arrancar a un boludo”. Inexperiencia o sobrevaluación de su propia palabra. 

En su último stand up ofreció dos alternativas diferentes a esa contumacia: Augusto Costa por un lado y Jorge Capitanich por el otro. Quizás tenga mejor suerte si los instala. Al bastonero de Kicillof en la provincia, joven reputado como ella lo presenta, parece reservarle una ubicación privilegiada en un futuro Ministerio de Economía: sea como titular de la cartera o como responsable del área de Producción en reemplazo de Matías Kulfas, un objeto del deseo de su antropofagia a quien hasta vinculó con sospechosos negocios. El odio siempre la induce a caer en partes de inteligencia. 

Al gobernador chaqueño lo ubica en otro destino más distante: la posible candidatura presidencial de su espacio o, tal vez, el rol de vice si los vientos soplaran con tanta intensidad que la favorecieran a ella misma para volver a la Casa Rosada en el 2023. Su agenda no dispone de otras figuras de relieve para esos cargos. A pesar de los tres mandatos que asume como propios y la gestación de un ejército con obedientes cuzquitos.

Fuente: perfil








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