“La dirigencia política tiene que parecerse más al pueblo”
a chaqueña es una de las incorporaciones del campo popular que llega a la Cancillería. Sincera que la sociedad hoy demanda otras dirigencias
Johana Duarte, del Movimiento Evita Chaco
La chaqueña es una de las incorporaciones del campo popular que llega a la Cancillería. Sincera que la sociedad hoy demanda otras dirigencias y los desafíos que enfrentan mujeres y referentes LGTB en la actividad política.
“Comparto los desafíos que me toca asumir en esta etapa con mucho compromiso; pondré todo mi esfuerzo y dedicación para estar a la altura de lo que la etapa nos demanda”. Así anunciaba Johana Duarte hace un mes su designación como directora de Asuntos Parlamentarios de la Cancillería argentina.
La exsubsecretaria provincial de Promoción y Desarrollo de la Economía Popular y secretaria general del Movimiento Evita Chaco afirma: “Entre ser la representación o la expresión, nosotros queremos ser la expresión”.
A 20 años de la crisis del 2021 agrega que hoy por izquierda o por derecha el pueblo está diciendo que quiere una dirigencia que se le parezca más.
En diálogo con CHAQUEÑA va directo al grano: “Hoy la sociedad está demandando otras dirigencias”, dice.
Como exponente partidaria de una generación “que se hizo a sí misma” recuerda haber empezado a militar en 2008, durante el conflicto entre el gobierno nacional y organizaciones ruralistas por la resolución 125.
“Fue cuando muchos nos enamoramos de una manera de intentar transformar realidades”, dice.
A dos años de la asunción de la presidencia de Alberto Fernández asegura que las urnas hicieron un llamado de atención importante y que la situación económica actual es producto de los cuatro años que gobernó el macrismo.
CHAQUEÑA: ¿Cómo se da la integración en la Cancillería de alguien que proviene de los sectores populares?
Johana Duarte: -Son mundos diferentes. Varios nos dijeron qué hacía un espacio como el Evita ahí.
El movimiento entiende que con referentes de todo el país podemos incidir en otros ámbitos políticos. Que nuestra fuerza puede discutir desde otro lugar sin que se nos encasille solamente con lo social, porque es la política la que transforma.
Además me incorporé en un equipo que en realidad ya estaba en la Cancillería con Marina Cardelli, que primero fue la presidenta de Cascos Blancos y ahora es la subsecretaria de Asuntos Nacionales, de ella depende la Dirección de Asuntos Parlamentarios para la que me convocaron.
Con la llegada de Gabriel Boric al gobierno de Chile, ¿cuál es tu lectura del contexto regional?
-Creo que con Boric en Chile, Pedro Castillo en Perú, Alberto Fernández y Cristina Fernández en la Argentina, se va reconfigurando el escenario latinoamericano. Los distintos procesos que se van dando tienen que ver también con una reconfiguración de los proyectos populares. Hay condiciones para volver a impulsar espacios regionales como la Unasur, el Mercosur, la Celac. Los pueblos latinoamericanos siempre encuentran el camino para volver al lugar de organización popular, para volver a construir esa dignidad que tuvo un retroceso durante los gobiernos de derecha en los últimos años.
Creo que hay mucha esperanza en los pueblos y se relaciona con construir una región que sea más parecida a la patria grande, donde las fronteras no sean una limitante para el desarrollo.
La política es un espacio difícil para las mujeres. Tu caso pareciera ser distinto, ¿cómo fue?
– Tengo una teoría sobre por qué fue distinto mi transitar. Siempre me tocó militar en espacios masculinizados y creo que nunca me costó por mi condición sexual. Al ser lesbiana sentí que (los hombres) me consideraban ‘uno más’, que era como ellos. Pasó lo mismo tanto en la JP, como en la CTEP. También creo que la vida te va ubicando en ciertos espacios y una tiene que ir construyendo. Nada es fácil; ni llegar, ni sostenerse en sitios de referencia.
¿Hablas públicamente sobre ser lesbiana?
-De entrada no lo hice. Fue un proceso de identificación que con el tiempo, en el transcurso de mi militancia, fui entendiendo. Pasé por la aceptación y por entender. Si bien al principio fue un shock para mi familia, nunca me condicionaron. A su manera, desde sus lugares, me acompañaron. A muchos padres les pasa que no tienen herramientas para acompañar estos procesos; por eso es tan necesaria hoy la Educación Sexual Integral (ESI).
Respeto a quienes no lo hacen público porque es una construcción muy personal. Yo sentí que debía ser lo más transparente posible. Esta forma de ver es muy mía, entiendo que lo personal es político. No tengo una vida personal y aparte una vida política, para mí es la misma.
Sé de compañeras lesbianas, trans, bisexuales, queers que sufren actos de discriminación. Quizá quienes somos más públicas y ocupamos un rol social tenemos una responsabilidad mayor. La de ser coherentes en lo que hacemos y decimos.
Con mi pareja (Romina Diez) decidimos ser visibles por todas esas personas que hoy todavía no pueden. Por eso cuando fui candidata (a legisladora provincial) en 2019 nos hicieron una entrevista a las dos. Después de esa nota varias personas me escribieron. Una chica me contó que es lesbiana pero su familia no la acepta.
También quisimos desmitificar eso de que las personas de la diversidad no llegan a lugares de decisión. Con el diputado nacional Leo Grosso, que es gay, somos muy amigos y compartimos haber vivido un paralelismo dentro de una organización muy machista. Para los dos fue importante ser visibles porque nos permite marcar un camino.
Perspectiva federal
Duarte asegura que desde la dirección nacional que conduce el objetivo es dinamizar las relaciones con la Cámara de Diputados y de Senadores, y con el Parlasur.
“Llevar adelante iniciativas legislativas que permitan fortalecer la política exterior argentina es el gran desafío que me toca asumir y aportar desde este lugar”, agrega.
Con incidencia
Mientras que en el área donde se desempeña el aspecto que rige la política exterior es una perspectiva federal que permita fortalecer las relaciones bilaterales y multilaterales.
“Buscamos construir una Cancillería con mucha incidencia federal. Esta nueva responsabilidad en el equipo que formamos busca lograr una incidencia política en ámbitos del Estado provincial y nacional”, señala.
El techo invisible para espacios de poder
Con activa participación en el movimiento de mujeres y de las disidencias sexuales, recuerda que en 2019 con varias de ellas proclamaban que las listas de candidaturas tenían que ser la expresión de dos emergentes: el sector de la economía popular y el movimiento de mujeres organizadas. “Los dos por haber conseguido avances en momentos muy difíciles para el pueblo”, señala.
Duarte asegura que el movimiento de mujeres avanzó en un momento en que el pueblo estaba retrocediendo. “Ese emergente desde la política no se puede desconocer, los dos sujetos políticos debían estar en las listas legislativas y para cargos ejecutivos”, subraya.
Dos ejemplos
Menciona a Mariel Fernández, intendenta de Moreno en la provincia de Buenos Aires que desde el feminismo popular le dio una impronta a un lugar y ha construido con otros espacios de manera horizontal y no vertical.
También nombra a Natalia Zaracho, la diputada cartonera, que si bien no es del Evita proviene del mismo sector social y de una época de construcciones similares.
Como las mujeres todavía no logran sentarse en los espacios de decisiones, Duarte cree central que el movimiento feminista pueda ocuparlos. “Es central que el movimiento feminista construya estrategias de poder claras que nos permita acceder a los lugares de decisión. Y que si una de nosotras llega, que estemos todas ahí. Nos encaminamos en ese proceso que obviamente no va a ser inmediato”, dice.
Para evidenciar los cambios que una organización puede impulsar para abrir espacios de participación y representación, recuerda que a partir de 2016, primero a nivel nacional y luego en cada provincia, el movimiento Evita fue implementando un sistema distinto, con un varón y una mujer coconduciendo en cada sitio de responsabilidad: “Nosotros lo llamamos binomio de conducción”, define.
La decisión apunta a que no haya solamente hombres en los cargos de conducción.
Hace unos cinco años mientras en cada movilización el 80% eran mujeres, todas las secretarías generales de las provincias las ocupaban varones.
Todavía hoy asegura que es impresionante asistir a un plenario o a cualquier actividad y ver que siempre son más las mujeres.
“Creo que tiene que ver con una alta composición en sectores populares. En esos lugares y en las crisis son las primeras que se organizan. Son las que como sea paran la olla, salen a buscar una changa y eso motoriza a los demás. Ellas construyen lo comunitario”, describe.
“Somos de las pocas fuerzas que avanzó con lo de los binomios y también en protocolos para ir deconstruyendo violencias, tanto en varones como en mujeres”, aclara.
Lo que no se ve
Al referirse a roles de conducción, señala que hacer todo sola, es muy difícil: “Si hay hijos o hay que trabajar, ¿en qué momento se puede militar? Aparte las reuniones políticas se suelen hacer de noche, las listas se cierran a la medianoche y unos minutos antes se define todo. Es casi imposible que una compañera esté. Esas son las limitantes, los techos de cristal que no se ven pero sabemos que están”, lamenta.
Hay más: “Un hombre que tiene hijos y llega a ser diputado nacional va a la sesión, a las reuniones, mientras en la casa la esposa se ocupa de los cuidados. Ahora si una mujer es electa para ocupar una banca, es muy probable que lleve al hijo a los espacios de trabajo, y además cuando vuelve a la casa siguen los cuidados. Son cosas que parecen pequeñeces pero son centrales a la hora de entender por qué no podemos ocupar espacios de poder”.
Más allá del Potenciar Trabajo
La referencia más inmediata con el movimiento Evita es el programa Potenciar Trabajo. En una primera instancia de funcionamiento el boca a boca sostenía que para acceder a un beneficio “había que ir al Evita”. Sin embargo su secretaria general en la provincia asegura que todas las organizaciones y los Estados provinciales cuentan con vías para hacerlo.
Duarte describe que efectivamente mucha gente se sumó durante los cuatro años del macrismo por la cuestión económica y también por las movilizaciones en la calle para resguardar derechos.
Con una organización que creció exponencialmente sostiene que hoy se busca cualificar la fuerza, que sus integrantes formen parte porque eligen hacerlo y no porque sientan “miedo de perder el Potenciar Trabajo”.
Aprovecha el punto para hacer algunas aclaraciones
“Mucha gente cree que es una beca más y en realidad es un programa social de trabajo. Quien lo cobra está atado a una contraprestación. Y para acceder se tiene que formar parte de un esquema de la economía popular, en una de las ramas de actividad o en las unidades productivas, sea de productos o servicios. El Potenciar, a diferencia de las becas, tiene un seguimiento de asistencias que no está sujeto a bajas arbitrarias. Eso es muy bueno porque impide que se utilicen con otros fines”, puntualiza.
Deterioro estructural
Johana Duarte asegura que con el macrismo se produjo un retroceso para el campo nacional y popular.
“Ese desastre social caló hondo en la cuestión militante. Compañeros que en otra etapa tenían las condiciones económicas más o menos resueltas, en esos cuatro años tuvieron que volver al llano y ver cada día cómo hacía para comer”, continúa.
También considera que en la clase media alta “recién ahora se está asimilando el impacto de esos cuatro años de macrismo con la pérdida del poder adquisitivo y una cuestión estructural que se ve hasta en las calles con baches por todas partes. Lo mismo para la cuestión energética o el acceso a los servicios. Eso tiene que ver con una pobreza estructural y un desfinanciamiento total”, sostiene.
Fuente: Claudia Araujo, en La Chaqueña de Diario Norte